El éxito de una intervención no puede medirse únicamente por la ejecución correcta y los logros iniciales. La verdadera competencia, aquella que define el impacto sostenible, emerge en la fase final, donde la intervención se despide, y la comunidad debe mantener y multiplicar los frutos del trabajo realizado. Es este último tramo de la carrera el que revela el auténtico desafío: la sostenibilidad a largo plazo.

En Bandada Consulting postulamos que una intervención alcanza su éxito cuando las comunidades ya no requieren nuestra presencia, cuando nuestra ausencia no es percibida como pérdida, sino como un hito en su propio progreso.

La fase final de la intervención adquiere aquí una importancia transcendental. Es el tramo final de la carrera donde se gana la competencia por la sostenibilidad. La clave fundamental radica en la instalación de capacidades, un concepto que, aunque genérico, se despliega en una red más intrincada de elementos. Para lograr una intervención sostenible, se requiere la articulación estratégica, la colaboración público-privada, así como las herramientas necesarias para conectar con la institucionalidad vigente y obtener el apoyo necesario para el desarrollo continuo de los proyectos.

Las capacidades instaladas no solo se limitan a cumplir con requisitos institucionales, sino que se extienden a la habilidad de entregar lo que las instituciones solicitan para acceder a beneficios y postular a fondos concursables. Además, implica desarrollar la destreza necesaria para identificar y conectarse con los actores de interés, estableciendo colaboraciones efectivas que contribuyan a abordar los desafíos de manera colectiva.

El término de una intervención, lejos de ser un momento abrupto, se concibe como un plan de salida meticuloso y detallado. En esta visión, la sostenibilidad no solo es el resultado final deseado, sino también la medida de éxito en construir intervenciones que perduren y sigan prosperando mucho después de nuestra partida.